El panorama cinematográfico que muestran las carteleras comerciales de nuestra ciudad suele ser lamentable: no sólo confirma la poderosa colonización cultural que ejerce la industria norteamericana, sino que muchas veces parece indicar que los programadores eligen lo peor del imperio del norte para poner en sus grandes complejos.
Cinco estrenos hubo el jueves último, y lo más original parece ser la undécima secuela (aunque esta vez habría que decir “pre-cuela”, porque es anterior a la serie) de los aventureros galácticos de
Star Trek, que pretenden empezar, al parecer, todo otra vez de cero. La archirepetida historia de grandes que vuelven a habitar en cuerpos de chicos en
“17 otra vez”, sólo valorable por lo que revela acerca de los parámetros culturales que rigen en Estados Unidos.
Algún cuento frívolo y trillado sobre la maternidad en
“Cuando todo cambia”, un abogado que debe convertirse en karateka para sobrevivir a la cárcel en
“Un abogado enjaulado”; y la comedia francesa
“Por fin viuda” que, dicen, viene formateada del norte completaban un combo que por supuesto mejor valía la pena dejar pasar.
Pero hay que entender que esto no es todo el cine disponible en nuestra ciudad, sino una pequeña, pequeñísima, parte de él. Los Cineclubes que están pululando por todos lados, junto a varios videoclubes de culto, han logrado configurar un circuito alternativo muy importante para la cinefilia local, que por suerte se encuentra en franco aumento. Por eso, vale la pena hablar también desde aquí de algunos de los estrenos en DVD que nos muestran que otro cine es posible, no solamente en Europa sino también en nuestro país.
Una de esas películas que ya se puede encontrar en las bateas es
"Aaltra", producción francesa en blanco y negro de Gustave Kevern y Benoit Delephine, quienes ofician también como sus protagonistas, con el respaldo explícito del finlandés Aki Kaurismaki (que por cierto también actúa en ella). Comedia negra, negrísima, que casi no encuentra parangón en la cinematografía mundial (puede ligársela a Kaurismaki, por supuesto, aunque también al cine de Jaques Tati, los hermanos Marx y Buster Keaton).
Aaltra cuenta la historia de dos vecinos enfrentados, que verdaderamente se odian entre sí, pero que deberán encarar juntos una gran odisea a partir de un accidente que los dejará postrados a ambos en silla de ruedas. Abandonados por el Estado y sus afectos, nuestros protagonistas iniciarán un viaje hacia Finlandia para reclamarle una jugosa indemnización a Aaltra, marca del tractor que los dejó inválidos. Sin embargo, la fatalidad, el desinterés, el egoísmo y la mera discriminación de la sociedad no dejarán de cruzárseles en el camino, a lo que los protagonistas responderán una y otra vez con una gran mueca de escepticismo, aprovechando cada oportunidad que tengan para sacar ventaja de su situación.
De espíritu irreverente, mirada corrosiva y políticamente incorrecta, los directores aprovecharán también para dar varios apuntes filosos sobre el mundo en que vivimos, con una lucidez que vale la pena celebrar.
Por lo demás, vale no dejar pasar la oportunidad para recomendar el filme
Los Paranoicos, de Gabriel Medina, una de las gratas revelaciones que nos dejó el cine nacional en 2008 (junto a la magnífica Historias Extraordinarias, de Mariano Llinás, aún sin estrenar en DVD), que tuvo un paso fugaz por los cines independientes de nuestra ciudad. Protagonizada por Daniel Hendler en su típico papel de hipocondríaco clínico, al que sin embargo lleva a una nueva dimensión.
Los Paranoicos es una comedia romántica plena de hallazgos narrativos y estéticos, que puede ligarse al cine de Martín Rejtman y Damián Szifrón en Argentina, o Woody Allen y Paul Thomas Anderson en el extranjero. De un humor seco, absurdo e irónico, bastante alejado de los cánones conocidos en el género, y con una ambición formal infrecuente en un debutante, Los Paranoicos tiene además dos momentos musicales que ya de por si justifican toda la película, con la irrupción del desconocido grupo Farmacia en la escena local.
Por Martín Iparraguirre