viernes, 26 de diciembre de 2008

Memorias del saqueo

Obviamente, ningún diario lo usó hoy para titular su portada; apenas algunos lo mencionaron en sus páginas interiores. No importa, en Nadie Sale Vivo de Aquí no nos olvidamos que hace exactamente siete años, ni veinte ni treinta, apenas siete, centenares de argentinos se lanzaron al saqueo de negocios y supermercados, situación que en cuestión de horas tuvo un saldo trágico de cuatro muertos.
El por entonces presidente Fernando De la Rúa, previa consulta con los jefes militares, decretó el estado de sitio y la Cámara de Diputados votó la derogación de los "superpoderes" al Poder Ejecutivo.

Aún tenemos el fresco recuerdo del discurso que el presidente de la Alianza dio por cadena nacional. Pero de nada sirvió, al contrario, la poca convicción con que se mostró De la Rúa pareció encender aún más al pueblo, que en forma espontánea y cacerolas en mano se lanzó a la protesta en la porteña Plaza de Mayo, en el Patio Olmos de nuestra Córdoba, en el Monumento a la Bandera de Rosario, y en cientos de lugares más.

Nada cambió en la madrugada de aquel 20 de diciembre, el caos era aún mayor y se presumía lo peor. De hecho, la Federal se cargó con la vida de otros cinco manifestantes en la Plaza de Mayo y el número de víctimas ascendió a 32 en todo el país.
Lo único que podría detener la barbarie parecía ser la renuncia del presidente, lo que finalmente terminó por ocurrir poco antes de las 19 y en forma bochornosa: huyendo de la Casa Rosada en helicóptero. Por aquellas horas se hizo carne en todos nosotros el famoso “Que se vayan todos”, y no fueron pocos los que entendieron que debían dar un paso al costado, pero sí fueron muy pocos los que efectivamente lo hicieron. El caso más emblemático, aunque no el único, fue el de Eduardo Duhalde. El caudillo bonaerense se subió al poder y dijo que ese sería su último aporte a la causa nacional. ¿Usted le creyó? Yo tampoco, y al fin y al cabo ambos tuvimos razón.
Como verá amigo, no se trata del guión de una película de Spielberg ni de un relato de Felipe Pigna, estamos hablando de la Argentina contemporánea, de nuestra Argentina de tan sólo siete años atrás, de esa Argentina a la que, a pesar de todo, queremos cada día más.

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