Vayamos por partes: su primer ordenador fue...
Tenía 14 años y me lo reglaron mis tíos de Ripoll. Era un Comodore Vic 20. Tenía ese ordenador y un manual de Basic.
Qué hacía?
Inventaba juegos para mis primos: de esquiadores, de fútbol... Luego me aburrí y dejé los ordenadores. Estudié Química sin ordenadores.
Y regresó a ellos.
En 1996, cuando instalé Internet en casa. Supe que yo tenía que saber qué era eso y vi cosas cosas de programación, ¡pero ya las tenía en la cabeza! El concepto era el mismo que había aprendido a los 14 años.
A ver: estudia Química, publica un libro, crea un periódico on line...
Es que yo creo en la dualidad. Mi padre es de Vic y mi madre, de Ripoll. Yo crecí en Alicante. Y van mis tíos de Ripoll y me regalan un ordenador que se llama Vic.
Siga, por favor.
En 1996, en Alicante, me pongo a escribir código (lenguaje de programación), y todo tiene un punto de eclosión en el 2000: regreso a Barcelona y montamos Indymedia
¡Todos somos informantes!
Indymedia nace con un lema: no odies al medio, sé el medio. Es una publicación abierta: a la derecha están las noticias que la gente va subiendo y, en el centro, está el contenido editorial que se nutre de la información que está a la derecha.
Activismo social y tecnología van de la mano.
¡En ese tiempo, el software hecho por los movimientos sociales era más avanzado que el de las empresas! En las manifestaciones se impone la cámara. Todo se documenta y todo se puede denunciar. ¿Cómo? A través de la red.
¿Está hablando de cuando la gente salía a la calle?
Sí, son las grandes manifestaciones antiglobalización, y añada económica, por favor. Indymedia aparece como un modelo de software libre aplicado a un medio. Yo trabajaba de programador y de editor.
Siempre dual.
Mire, aquí la filosofía es que uno entra aprendiendo y sale enseñando.
¿Aquí?
Mucha gente que está trabajando con programación libre viene a Riereta, un taller tecnológico en el que usamos Linux. Hace años que trabajamos para que todo el mundo pueda acceder al conocimiento, pueda usar libremente las herramientas, acceder al código fuente, y distribuir ese conocimiento o las herramientas de manera libre.
Y esa filosofía se aplica.
¡A todo! A la música, al arte, a la enseñanza. Claro que haciendo programario, lo que nosotros llamamos código, es más fácil que podamos crear herramientas para que la gente pueda usarlas de forma libre.
Los activistas del 2000 ahora están detrás del ordenador.
Y muchos están en lugares de toma de decisiones. El activismo no se entiende sin tecnología.
Ilústreme.
Hoy en día hay un activismo muy organizado. Desde Gràcia se está organizando la cooperativa integral de Catalunya. Guifi.net ya se ha convertido en la red libre wireless más grande de Europa. En Catalunya ya hay 10.000 antenas.
Siga.
En el mundo del activismo y de la tecnología, el conocimiento es naturalmente libre y hay herramientas que facilitan que este conocimiento permanezca libre.
Y usted, ¿en qué anda ahora?
Me dedico a crear herramientas para visualizar y entender archivos de datos, como ya hice para Ars Electronica, en Austria, y estoy en movimientos de redes sociales, pero distribuidas, anónimas y encriptadas como n-1.cc. Colaboro con la Fundació Tàpies. También estoy en un proyecto con 20 instituciones culturales que quieren compartir sus archivos. Estará muy bien, pero quizá el 70% de lo que haya no lo puedan mostrar por problemas de derechos.
¿Perdón?
Lo que hacen las leyes de protección es impedir que fluyan el conocimiento y la comunicación.
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